Otra vez de noche, como no puede ser de otra manera cuando un gobierno que se pliega a los que quieren enterrar la memoria actúa de forma cobarde, cometiendo un grave atropello histórico, ha comenzado la demolición de la cúpula. El derribo se podría haber iniciado desde múltiples puntos, pero en apenas dos días han intentado derribar el elemento simbólico de la cárcel más importante de la represión franquista en este país. El objetivo está claro, acallar las voces que desde distintos sectores de la sociedad se han pronunciado en contra de la decisión.
Pero el tiro tampoco le salió bien al gobierno en esta ocasión. A las once y diez de la noche, dos horas después del inicio del ataque a la cúpula, una viga transversal golpeó a la máquina que realizaba los trabajos. Saltaron chispas y un gran estruendo anunciaba que el enorme brazo que destrozaba a dentelladas la memoria de Carabanchel, se venía abajo. Se escucharon sirenas de ambulancia, que presagiaban que nada bueno había ocurrido en el interior de la prisión, lo que no resultaría complicado dadas las lamentables condiciones de seguridad de los trabajos que se veían agravadas por la oscuridad de la noche.
El resultado será que con la luz del día quedará a la vista del mundo entero que la cúpula de Carabanchel aguanta, que no sólo no estaba en ruinas, sino que puede soportar los ataques de la maquinaria que durante dos horas la estuvo intentando destrozar. Las vergüenzas de un gobierno que prefirió especular y hacer pisos a recordar la memoria de todos los que sufrieron la represión por el simple hecho de oponerse a la dictadura, quedarán al descubierto para aquellos que todavía le otorgaban un mínimo de credibilidad.
Por la mañana, el PP se frotará las manos al ver como día tras día el Ministerio del Interior se enfanga más en su absurda lucha contra la historia. Ellos, que siguen sin condenar el levantamiento militar y que durante ocho años se opusieron a la construcción de un hospital en Carabanchel, sacarán todo el rendimiento político a las prisas del gobierno, que tan sólo obtendrá los beneficios de las plusvalías y cargará para siempre con el peso de ser el responsable de derrumbar la memoria de la prisión.
La Plataforma por un centro para la paz y la memoria en la cárcel de Carabanchel continuará la lucha. No será posible en la cúpula, pero seguiremos exigiendo que se salve una parte de la cárcel de Carabanchel para la memoria, que no se especule con el suelo y que todos los terrenos se dediquen para equipamientos sociales y un hospital público con capacidad de atender a los vecinos de Latina y Carabanchel. Existen otros elementos simbólicos importantes, como la fachada principal o el antiguo hospital psiquiátrico, que podrían perfectamente ser habilitados para ubicar el centro para la paz y la memoria que venimos reclamando.
Por ello, no sólo continuaremos con la acampada que desde las seis de la tarde del viernes se mantiene en el parque anexo al edificio, sino que durante todo el fin de semana se están programando diferentes actividades históricas y culturales para que todo el mundo conozca lo que supuso la cárcel y los planes de futuro. También se espera la visita de históricos ex presos, de personas relacionadas con el mundo de la cultura, la universidad y el sindicalismo. Las actividades culminarán el domingo con una concentración a las 12 de la mañana en la puerta principal de la antigua cárcel de Carabanchel.
Todos los edificios históricos de la antigua cárcel de Carabanchel han sido reducidos a polvo.
Permanece todavía en pie el pabellón del antiguo Hospital Penitenciario, actualmente destinado a Centro de Internamiento de Extranjeros (C.I.E.), en el que se priva de libertad, de nuevo hoy, a inocentes que no han cometido delito alguno: los inmigrantes sin papeles.
Por ello, nuestra Plataforma, en coherencia con su planteamiento y tras la desaparición del resto de los edificios, exige al Gobierno que destine esta dependencia para el Centro de
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