Vaya por delante y que quede muy claro, nuestra satisfacción y nuestro abrazo a los compañeros (y sobre todo a Cecilio Gordillo) que, con su lucha de más de diez años, han logrado que se apruebe la conversión del campo de concentración de Los Merinales (Dos Hermanas – Sevilla) en un centro de interpretación de la utilización de la mano de obra esclava durante el franquismo, según recoge el acuerdo alcanzado en el Pleno del Ayuntamiento de Dos Hermanas, por unanimidad de los tres grupos municipales (PSOE, en mayoría absoluta, PP e IU).
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Según la noticia de la que se hace eco el diario Público, se reservan los 50.000 metros cuadrados del solar del antiguo campo para la creación de un espacio de memoria dedicado sobre todo a exponer la historia de la construcción del Canal del Bajo Guadalquivir, obra de más de 150 kilómetros de longitud que fue llevada a cabo por más de 10.000 presos políticos.
Cuando asistimos inermes al derribo de la cúpula, teníamos la certeza de que, con el tiempo, surgirían numerosos ejemplos de conservación y reconocimiento de lugares que supondrían agravios comparativos con lo sucedido en Carabanchel. Sinceramente, nunca pensamos que surgirían tantos y en tan poco tiempo.
No debería llamarnos la atención el hecho de que en este municipio sevillano se pongan de acuerdo hasta los concejales del Partido Popular en preservar esos 50.000 metros cuadrados de historia común. Lo que indigna es que en Madrid se pusieron de acuerdo los políticos de esa formación con los ¿socialistas? para arrasar totalmente el complejo de Carabanchel. Su intolerancia y desprecio impidió preservar los escasos 900 metros cuadrados que ocupaba el magnífico edificio central y que eran (y son) reclamados como lugar de recuerdo.
Siguiendo con la noticia del citado diario, mientras que, en Sevilla, ya en 2008, PSOE, PP, IU, la Diputación de Sevilla, varios ayuntamientos, sindicatos, una caja de ahorros y así hasta 22 entidades firmaron protocolo para constituir la Fundación Los Merinales, en Carabanchel, toda su historia se recordará con la sencilla placa que algún día colocarán. Y decimos que algún día colocarán porque deben estar esperando a que fallezcan todos los que allí estuvieron encerrados para no sentir la vergüenza de condenarles al olvido en su presencia.
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