"Era indispensable que cuanto antes se iniciasen todos los trabajos de remodelación para que cuanto antes los vecinos pudiesen disfrutar de los futuros servicios de lo que era la antigua prisión de Carabanchel".
Con esta frase tan bonita, Tomás Gómez, Secretario General del Partido Socialista Obrero Español en Madrid, justificaba hace ya casi dos años el comienzo de las obras de derribo de la cárcel de Carabanchel.
En un alarde de eficacia, las obras comenzaban 4 meses después de la firma del convenio entre el Ministerio del Interior y el Ayuntamiento de Madrid para repartirse ese terreno público. En esos 4 meses, hubo tiempo de hacerse la foto, convocar y publicar el concurso de la obra de demolición, adjudicar esas obra, firmar los contratos, trasladar la pesada maquinaria y comenzar los trabajos dirigiendo directamente las excavadoras al objetivo principal: dañar la cúpula central. Un record.
El tiempo ha demostrado que no había prisa para construir nada. La urgencia era para arrasar todo el conjunto de la prisión, cúpula incluida, antes de que las presiones ciudadanas para conservar ese mínimo elemento fueran más insoportables.
Desde entonces, nada. Nada hay del pelotazo urbanístico para construir 650 viviendas privadas, cuya venta reportaría importantes beneficios al Ministerio del Interior. A ver quien se lo compra ahora...
Nada hay del Campus Penitenciario (equipamientos que atraerán empleo y actividad económica a la zona, según decían) que perpetuaría el carácter carcelario de los barrios próximos…
Lo único que avanzaba era la construcción del controvertido mini-hospital (insuficiente para la población a atender, según reconocía hasta la propia Presidenta de la Comunidad de Madrid). Y decimos que avanzaba, porque ahora ni eso.
En los últimos días se ha hecho público, por parte de la Comunidad de Madrid, QUE ESE HOSPITAL, PROMETIDO POR UNOS Y OTROS, finalmente NO SE VA A CONSTRUIR.
Y ahora, ¿qué?, señor Gómez. ¿Dónde están esos servicios que los vecinos íbamos a disfrutar cuanto antes? Porque, hasta ahora, los dos únicos servicios (ah, perdón, ustedes los llaman equipamientos) que existen son el Guantánamo madrileño y el Reformatorio Juvenil Los Rosales II. ¡Cómo disfrutamos en el barrio gracias a esas dos instalaciones!
Nos permitimos recordarle, señor Gómez, que en la Nota de Prensa difundida por el propio Ministerio del Interior para informar del lamentable acuerdo firmado hace más de dos años se decía que, con dicho acuerdo, “…se garantiza la construcción de un Hospital Público…”.
¿Qué va a hacer su partido ahora?
¿Qué nos va a prometer en las próximas elecciones municipales y autonómicas?
¿Otro Guggenheim?
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