Fotografía publicada en www.celda211.com
«Gracias a Instituciones Penitenciarias, tuvimos a nuestra disposición un penal cerrado desde hacía doce años que el equipo artístico estuvo devolviendo a la vida durante meses de desescombro y reconstrucción».
Este párrafo, copiado literalmente, se puede leer en las Notas del Director de la película “Celda 211”, recientemente estrenada y en la que se ha utilizado como plató la abandonada Prisión Provincial de Zamora.
Este párrafo, copiado literalmente, se puede leer en las Notas del Director de la película “Celda 211”, recientemente estrenada y en la que se ha utilizado como plató la abandonada Prisión Provincial de Zamora.
Ya nos hubiera gustado a nosotros que, desde Instituciones Penitenciarias, se hubieran mostrado dispuestos, no ya a ceder una mínima parte de Carabanchel para que fuera desescombrada y reconstruida como solicitábamos y como ha ocurrido en Zamora, sino a mantener un simple diálogo, una objeción, una duda, una consulta a organismos independientes sobre el destino que esperaba a los históricos edificios de la prisión madrileña.
La indignación que nos produce el doble rasero de Instituciones Penitenciarias se acrecienta aún más con la coincidencia temporal de los acontecimientos. Mientras se preparaba el rodaje de la cinta en Zamora, otra película muy diferente y real se desarrollaba en Carabanchel.
Viendo la película (por otra parte, excelente y muy recomendable), no encontraremos ningún espacio tan impresionante como los ya desaparecidos de Carabanchel, aunque algunos elementos nos harán evocar el añorado recinto: El edificio central –similar a la Cúpula de la Peseta-, las galerías (en una escala muy reducida), las escaleras de sección curva que desde el centro de vigilancia descienden al sótano circular del panóptico, la red anti-suicidios, las garitas de control de los accesos a las galerías, los cristales translucidos de las ventanas…
Aunque lo que más nos recordará a Carabanchel será una frase que, en un momento álgido del film, pronuncia uno de los protagonistas, advirtiendo a otro de los personajes, sobre la persona que, en la ficción, es designada por el Ministerio del Interior para negociar:
La indignación que nos produce el doble rasero de Instituciones Penitenciarias se acrecienta aún más con la coincidencia temporal de los acontecimientos. Mientras se preparaba el rodaje de la cinta en Zamora, otra película muy diferente y real se desarrollaba en Carabanchel.
Viendo la película (por otra parte, excelente y muy recomendable), no encontraremos ningún espacio tan impresionante como los ya desaparecidos de Carabanchel, aunque algunos elementos nos harán evocar el añorado recinto: El edificio central –similar a la Cúpula de la Peseta-, las galerías (en una escala muy reducida), las escaleras de sección curva que desde el centro de vigilancia descienden al sótano circular del panóptico, la red anti-suicidios, las garitas de control de los accesos a las galerías, los cristales translucidos de las ventanas…
Aunque lo que más nos recordará a Carabanchel será una frase que, en un momento álgido del film, pronuncia uno de los protagonistas, advirtiendo a otro de los personajes, sobre la persona que, en la ficción, es designada por el Ministerio del Interior para negociar:
«Esta gente no tiene palabra».
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