
El viernes 24 de octubre de 2008 no hubo descanso al final de la jornada: a eso de las nueve de la noche la cúpula fue atacada por la zarpa de acero, y empezaron a caer los primeros fragmentos de aquella prodigiosa cáscara de hormigón. De nada sirvieron los gritos indignados de los vecinos, que asistían impotentes al mayor crimen arquitectónico de la España Contemporánea.
Este "cupulicidio" suposo la destrucción de la cáscara de hormigón más grande de España, y puede que no hubiera en todo el mundo un ejemplo, con la misma técnica, comparable al de la antigua cárcel de Carabanchel.
¿Qué Alianza de las Civilizaciones vamos a promover desde Ginebra si no somos capaces de asumir en casa nuestra propia memoria histórica? ¿Cómo vamos a proyectar al mundo otra cosa que no sea "arte midcult" cuando ignoramos la calidad arquitéctonica y artística verdadera que tenemos más a mano?
¿No es esa farsa estética de la cúpula de Ginebra la otra cara, inevitable, del derrumbamiento moral que ha supuesto la caída de Carabanchel?
No hay comentarios:
Publicar un comentario