Durante los más de cinco años que han pasado desde el derribo, y posterior
arrasamiento, de los edificios más emblemáticos de la cárcel de Carabanchel,
hemos intentado mantener una disposición permanente a dialogar con todas las
personas que, desde diversos puntos de vista, se han interesado por este
espacio. (1)
En todos esas conversaciones, inevitablemente, la pregunta que en más ocasiones nos han planteado
es:
- "...¿Qué es lo que pedís ahora, dado que no queda nada en pie de
Carabanchel?"
Cuando respondemos que seguimos reclamando la creación de un ámbito en el
que, como motivo principal, se recuerde, se exhiba y se divulgue la historia de
la prisión madrileña y, por extensión casi natural, de las oscuras décadas
centrales del siglo pasado en nuestro país, nuestros interlocutores no pueden
evitar mirarnos de forma escéptica.
Acaban de pasarnos la noticia de que, en breve, el Gobierno de la Región de
Languedoc-Rousillon (SE de Francia) construirá, en los terrenos del antiguo
campo de confinamiento Joffre, en la localidad de Rivesaltes, un
Museo-Memorial. Según se reconoce en el proyecto, la finalidad del memorial
será, fundamentalmente, rememorar "la historia del internamiento en
Francia durante la segunda guerra mundial".
Como muchos conocéis, y así lo recuerda -en la entrevista que le realizan- Christian Bourquin, presidente del gobierno regional [el equivalente a Ignacio
González en Madrid], en aquella época el grupo más numeroso de personas
confinadas era el constituido por exiliados republicanos españoles.
Posteriormente, hasta su cierre en 2007, tuvo diversos usos: campo de
concentración de combatientes tras la II Guerra Mundial, campo de instrucción
militar, lugar de agrupación de civiles que apoyaron a Francia durante la guerra
de independencia de Argelia, residencia de tropas y familias procedentes de las
colonias francesas -una vez independizadas- y finalmente... centro de detención
de inmigrantes.
Evidentemente, esa secuencia de diferentes usos a lo largo de los años fue
transformando la configuración original de los barracones que se encontraban arruinados.
Aún así, uno de los requisitos imprescindibles del proyecto ha sido preservar
la autenticidad de los vestigios del campo, hasta tal extremo que el enorme
edificio (con una planta de 4.000 metros cuadrados de superficie) se está
construyendo enterrado, de forma que no altere la contemplación del espacio
vacío del campo.
Como comprenderéis, esta noticia nos ha producido un sentimiento
contradictorio: por un lado, la satisfacción por el desarrollo del proyecto y,
por otro, la rabia por no entender los motivos por los que algo, mucho más
modesto, no es posible en Carabanchel. Rabia que aumenta cuando leemos que la
iniciativa del memorial francés parte del empeño del citado Christian Bourquin,
senador socialista...
¿Le estarán zumbando los oídos a su homónimo español Juan Barranco?
(1) - Únicamente, como dejamos escrito en este blog hace ahora un año, declinamos
mantener -por motivos obvios- una reunión con miembros de la Agrupación
Socialista de Carabanchel:
( http://salvemoscarabanchel.blogspot.com.es/2013/02/respuesta-abierta-la-agrupacion.html)
(
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