Sí,
parece mentira, amigos, pero ya han pasado cuatro años.
Cuatro años, más
de 1.300 días del vergonzoso acuerdo por el que el PP y el PSOE se ponían de
acuerdo en la destrucción total de la cárcel de Carabanchel y en la elaboración
de un proyecto sobre el futuro de un terreno público (ojo, que aún hoy sigue en vigor, no lo
olvidemos) que, de llevarse a cabo, poco aportará a los ciudadanos madrileños.
Allí
estaban, en 2008, sonrientes, Alfredo Pérez Rubalcaba y Alberto Ruiz Gallardón,
máximos representantes en aquel tiempo del Ministerio del Interior y del
Ayuntamiento de Madrid, respectivamente. Ambos siguen en la política, aunque con
responsabilidades totalmente diferentes.
Estado actual (15 de junio de 2012) de los terrenos de Carabanchel
Ninguno
de ellos ha comparecido desde entonces, no ya para disculparse, sino siquiera
para explicar
por qué no se ha hecho nada,
por qué nos engañaron y nos engañan
con el proyecto,
por qué estos barrios siguen –seguimos- sufriendo el estigma
de albergar, después de setenta años, una instalación penitenciaria,
por qué no
se han cedido los terrenos a la Comunidad de Madrid,
por qué no se ha
construido aún el prometido hospital,
por qué se tenía tanta urgencia en
arrasar la histórica prisión,
por qué no se mantuvo en pie la imponente cúpula
–reconocida por expertos como una obra maestra de la arquitectura-,
por qué no
existe el más mínimo elemento que recuerde y homenajee a quienes allí sufrieron
una injusta prisión,
por qué se consiente el abandono y la degradación del solar…
En
definitiva: ¿Por qué se reían?
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