De repente, en medio del sopor del verano, alguien lanza unas palabras que nos emocionan. Sucedió ayer en el Congreso de los Diputados. No añadimos nada. Solamente transcribimos las palabras de Joan Tardà. Gracias, compañero.
Señorías, hace pocos días este diputado republicano, conjuntamente con los compañeros Gaspar Llamazares, Nuria Buenaventura, Joan Ridao y Francesc Canet, así como con todos ustedes, rindió homenaje en este Parlamento a las víctimas del terrorismo. Creemos que es una obligación del Estado reconocer y reparar a las víctimas de la violencia y nos congratulamos por ello, por eso firmamos la proposición de ley que dio lugar a esta ley, pero creemos que deben ser reconocidas y reparadas todas las víctimas. El día del homenaje, el presidente Bono dijo aquí: Nadie muere mientras no se le olvida, pero la indiferencia es tan dura como el olvido. Pues ustedes hoy tienen en sus manos hacer posible que centenares de ciudadanos víctimas de la violencia del Estado y de grupos fascistas durante los años de la transición no mueran para siempre, reclamando que también sean reconocidos.
Señorías del Partido Popular y señorías del Partido Socialista, ustedes han decidido hoy —salvo que hoy también rectifiquen— consagrar la existencia de dos clases de víctimas y ello es inadmisible y vergonzante.
Agustín Rueda Sierra,
Martí Marcó Barcella,
Gustau Muñoz del Bustillo,
Jordi Martínez de Foix,
Vicente Antón Ferrero,
José Luís Aristizábal,
Miguel Arregui,
Ignacio Arregui,
María Asensio,
Francisco Aznar,
Juan Acaso,
Tomás Alba Irazusta,
José Alcazo,
Salomé Alonso Varela,
Manuel Álvarez Blanco,
Francisco Javier Ansa,
Joaquín Atismasvere,
Liborio Arana,
Miguel Arbelaiz,
María Paz Armiño,
Victoria Arranz,
Juan Barandiarán,
Alfonso Bárcena,
Romualdo Barroso,
Jorge Benayas,
Ana Barrueta,
Javier Benavides,
María Bravo,
Ángel Calvo,
José Luís Cano,
José Casabany,
Jorge Caballero Sánchez,
Vicente Cuervo,
Miguel del Caño,
Luís Cobo Mier,
Gladis del Estal,
Teófilo del Valle,
Pancho Egea,
José Escribano,
Luis Elizondo,
Jesús Etxeveste Toledo,
José España,
Emilio Fernández,
Jesús Fernández Trujillo,
Gustavo Frechen Solana,
Manuel Fuentes Mesa,
Pacífico Fica Zuloaga,
José Fraguas Fernández,
Ursino Gallego,
José Manuel García,
Sebastián García García,
Andrés García Fernández,
Severiano García,
Ricardo García Pellejero,
Juan Carlos García,
Yolanda González Martín,
Carlos González Martínez,
Miquel Grau Gómez,
Bartolomé García Lorenzo,
Rafael Gómez Jáuregui,
Valentín González Martínez,
Antonio González Ramos,
Domingo Gutiérrez Delgado,
Serafín Holgado,
Manuel Iglesias,
Carlos Idígoras,
Aniano Jiménez Santos,
Emilio Larrea,
Gregorio Marichalar Ayestarán,
Emilio Martínez,
Pedro Martínez Ocio,
Valeriano Martínez,
José Luís Montañés,
Carmelo Montoya,
Antonio Mariscal,
Manuel Medina Ayala,
Norma Menchaca,
Martín Merquilanz,
José Muñoz,
Juan Mañas,
Luís Montero,
Juan Muñiz,
Daniel Niebla,
José Nuin,
Elvira Parcero,
Bienvenido Pereda,
Arturo Pajuelo Rubio,
Joan Peñalver Sandoval,
Valentín Pérez,
Juan Pozie,
Ignacio Quijela,
Amador Rey,
Ángel Rodríguez,
José Rodríguez,
Arturo Ruiz García,
Gabriel Rodrigo,
Germán Rodrí guez,
Luis Santamarina,
Isidro Suspeguerri Aldako,
Felipe Sagarna Ormazabal,
Javier Sahuquillo,
Salvador Sampedro,
Carlos Sandise Corta,
Manuel Santacoloma Velasco,
Vicente Vadillo,
Javier Verdejo,
Jesús Zabala,
Jesús Zubigaray
…y muchos más ciudadanos y ciudadanas, todos han sido víctimas de la violencia política de los años de la transición; personas muertas en las calles de Barcelona, de Ferrol, de Vitoria, de Valencia, en tantas y tantas manifestaciones por los derechos y las libertades; muertos en las playas de Almería, muertos en Carabanchel, muertos en las laderas de Montejurra y en tantos lugares que presenciaron la inmolación de hombres y mujeres por nuestras libertades.
Señorías, las víctimas de aquellos años de la transición hoy serán olvidadas, como olvidadas sí, como olvidadas —¡Señor Zapatero, mire, por favor!— fueron otras. Este es el retrato del olvido: Salvador Puig Antich. (El señor Tardà i Coma muestra su fotografía). Hoy no se reconocen las víctimas del terrorismo de Estado, no se reconocen las víctimas de los grupos fascistas durante los años de transición, de igual manera que no han querido reconocer en la Ley de la Memoria otras víctimas de unos años —pocos, muy pocos— anteriores, como Salvador Puig Antich. Y esto es una vergüenza. ¿Se imaginan ustedes que pierdan las elecciones y vuelva la derecha? (Varios señores diputados: ¡Hala!—Grandes protestas.)
El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor. (Continúan las protestas.)
El señor TARDÀ I COMA: ¿Se imaginan ustedes?
(Protestas.—La señora Durán Ramos pronuncia palabras que no se perciben.)
El señor PRESIDENTE: Silencio, por favor. Un momento, señor Tardà. Señora diputada, el orador tiene el mismo derecho a pronunciarse con libertad que a ser contradicho, pero del modo que establece el Reglamento. Exactamente así. (La señora Durán Ramos pronuncia palabras que no se perciben.) Así es, señora diputada. Adelante, señor Tardà.
El señor TARDÀ I COMA: Decía: ¿Se imaginan ustedes que pierdan dos elecciones y que el Partido Popular, la derecha, gobierne ocho años? ¿Se lo imaginan? (Rumores.—Un señor diputado: Eso va a pasar.) Es decir, vamos a plantearnos… (Continúan los rumores.—Un señor diputado: ¡Qué cara tiene!)
El señor PRESIDENTE: Adelante, señor Tardà.
El señor TARDÀ I COMA: ¿Vamos a plantearnos la injusticia del olvido en el año 2020? ¿Puede ser esto posible? ¿Es o no es el mismo dolor de las madres y de la misma sociedad? ¿Una persona, un joven, un ciudadano español muerto ejerciendo sus funciones de guardia civil en una acción terrorista es un dolor distinto —no digo solo de las madres o de las familias, sino de la misma sociedad— que el dolor de un joven muerto en las playas de Almería también a manos de un guardia civil? ¿No es el mismo dolor? ¿Cómo puede ser posible eso hoy aquí, cuando afirmamos que por mucho que hagan los Estados, por mucho que hagan las democracias en favor de la reparación de las víctimas siempre será poco? Por esto, nosotros estamos al lado de todas las víctimas, de todas las víctimas. Y no comprendemos, presidente Zapatero, no comprendemos que hoy ustedes aquí no sean capaces en el año 2011, en el núcleo del mundo democrático, donde la democracia es no solamente un valor de civilización sino incluso una delicatessen, de entenderlo. ¿Cómo es posible que seamos capaces de consagrar dos tipos de víctimas? En nombre de la fraternidad y el fortalecimiento de los valores democráticos les pedimos, por favor, compañeros de la izquierda, que rectifiquen.
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